sábado, 5 de febrero de 2011

LA LLORONA DEL PUENTE

Corría alrededor de los años 70, cuando yo tenía aproximadamente 14 años. Con mis hermanas solíamos ir a la iglesia, un pequeño culto que quedaba en la población “El Progreso” aquí en Nacimiento. Las reuniones terminaban pasadas las doce de la noche. Como era de costumbre teníamos un largo camino que recorrer hacia nuestros hogares, pasando por el puente viejo, el recinto, hasta llegar a la calle O’Higgins que era donde vivíamos. En esos años había sectores que no tenían luz, debiendo llevar linternas para alumbrar el camino oscuro y silencioso que cada noche nos esperaba. 

Una tarde de invierno de temporal, junto a mis dos hermanas íbamos a la iglesia, por cierto, yo siempre en mi recorrido cargaba mi guitarra porque tocaba en el coro. Ya estaba oscureciendo y caminábamos por el centro, ya que la otra calle era muy solitaria. Pasando por el recinto bajábamos esas largas escaleras que parecían nunca terminar, pero al bajar el primer escalón, pudimos sentir que alguien venía tras nosotras, era un hombre con una larga manta negra y un sombrero del mismo color, esto nos causó mucho miedo, porque no se le veía la cara. Apuramos el paso, este hombre comenzó a caminar más rápido, provocando aún más el temor entre nosotras que ya corríamos. Sabíamos que en esas escaleras sucedían cosas extrañas y misteriosas. Nos enganchamos de los brazos para bajar más rápido, pero en eso caímos por fuera de las escaleras rompiendo la guitarra que yo llevaba. Con el susto rápidamente llegamos abajo, pasamos el puente corriendo, asustadas y llorando. Cuando íbamos en la mitad del puente volteamos para ver si aún nos seguía, se veía que venía entrando al puente viejo. Salimos corriendo, volvimos a mirar pero ya no estaba, llegando por fin a la iglesia. 

Al finalizar la reunión contamos lo sucedido al pastor y a los demás hermanos, quienes propusieron ir a dejarnos devuelta. Cuando nos veníamos pasada la medianoche; mis hermanas, el pastor, su señora, dos matrimonios que nos acompañaban, al pasar de vuelta el puente, a metros de este sentimos una mujer que lloraba, al caminar por el puente más cerca se sentían los llantos, al parecer lloraba debajo del puente. El pastor le grito a la mujer; ¿señora que le pasa? posterior a eso, el llanto rápidamente se trasladó al otro extremo del puente (a la salida). Seguimos caminando hasta el otro lado del puente, el pastor y los otros hermanos le gritaban a la mujer; ¿donde esta señora? ¿qué le pasa?, pero el llanto volvió a alejarse, pero a la vez sentirse más fuerte y aterrador también, al llegar a la vuelta de la calle O’Higgins, el pastor decidió bajar con la linterna y dos hermanos a ver la mujer que lloraba, mientras nosotras quedamos solas en el camino. Cuando bajaron, vieron a la mujer a la orilla del río, al acercarse vieron que ella tenía una guagua en sus brazos, cuando la alumbraron ella caminó hacia las aguas desapareciendo en ellas de una forma aterradora, difícil de explicar. Corrieron hacia donde estábamos nosotros, no pudiendo hablar, estaban como en estado de shock, no nos decían nada, sólo caminaron llevándonos hacia la casa. 
Tanto le insistimos, que nos contaron lo que habían visto, era una aparición que todos habíamos oído y ellos habían presenciado, algo que por cierto no era bueno, no de este mundo por lo menos. 

Esa fue sólo la primera vez que la oímos, luego en ciertas ocasiones escuchábamos sus llantos cerca del puente, más fuerte o con la misma intensidad. Aún recuerdo como si fuera ayer, la última vez que la escuché, cuando entre sus llantos llamaba a mi hermana con esa voz y ese llanto desgarrador pronunciando; ¡Chávela, Chávela! 


Ana Beatriz Vásquez González

2 comentarios:

  1. Excelente historia, algo tenebrosa porque sé lo que era caminar a oscuras por el recordado puente viejo.

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